El Palacio de Linares, conocido en sus primeros años como el Palacio de Murga, se encuentra en Madrid (España), situado entre el paseo de Recoletos y la calle de Alcalá, abriendo su fachada principal a la plaza de Cibeles, en los terrenos de los antiguos Molinos de Plata y del Pósito Real de Madrid, gran almacén de cereal pensado para atender posibles crisis de abastecimiento en la ciudad. El Palacio de Linares es muy conocido debido a las leyendas fantasmales que le rodean.
Construcción y disposición de las salas
José de Murga y Reolid y Raimunda de Osorio y Ortega, I marqueses de Linares y I vizcondes de Llanteno, compraron el solar, de 3.064 metros cuadrados, en 1872 al Ayuntamiento de Madrid. Se encomendaron las obras al arquitecto municipal Carlos Colubí en 1877, siguiendo fundamentalmente los diseños del arquitecto francés Adolf Ombrecht, responsable asimismo de la construcción de otros fastuosos palacios como el desaparecido Palacio de Portugalete, propiedad de los duques de Bailén. Algunas partes del palacio de Linares, como la escalera de mármol que da paso al jardín, las caballerizas o la famosa Casa de Muñecas, fueron obra de Manuel Aníbal Álvarez. Los marqueses de Linares se mudaron al edificio en 1884, aunque las obras no terminarían por completo hasta 1900.
Decoración:
El edificio se caracteriza por su bella fábrica y la calidad de sus materiales, como puede apreciarse en la soberbia escalera principal, que une el entresuelo con la planta noble, realizada en bloques de mármol de Carrara, o las galerías del segundo piso, pintadas al óleo con motivos pompeyanos. La decoración se inspira en diversos estilos, pasando de los lujosos Luis XV y Luis XVI al pomposo Rococó o al sobrio Luis Felipe. Todas las salas están decoradas con exquisito gusto: tapices de la Fábrica de Gobelinos, techos decorados con abundantes dorados y pinturas mitológicas, suelos de maderas exóticas, lámparas francesas, alfombras de la Real Fábrica de Tapices, sedas de China para el salón oriental, diversos panneaux decorados con ricas telas bordadas... El Palacio incluye obras de Alejandro Ferrant, Francisco Pradilla, Manuel Domínguez, Jerónimo Suñol, Casto Plasencia, Francisco Amérigo y Valeriano Domínguez Bécquer. Como curiosidad, cabe destacar que el edificio carecía de cocina, pues los marqueses de Linares preferían hacerse llevar cada día las comidas de un típico restaurante madrileño.
Construcción y disposición de las salas
José de Murga y Reolid y Raimunda de Osorio y Ortega, I marqueses de Linares y I vizcondes de Llanteno, compraron el solar, de 3.064 metros cuadrados, en 1872 al Ayuntamiento de Madrid. Se encomendaron las obras al arquitecto municipal Carlos Colubí en 1877, siguiendo fundamentalmente los diseños del arquitecto francés Adolf Ombrecht, responsable asimismo de la construcción de otros fastuosos palacios como el desaparecido Palacio de Portugalete, propiedad de los duques de Bailén. Algunas partes del palacio de Linares, como la escalera de mármol que da paso al jardín, las caballerizas o la famosa Casa de Muñecas, fueron obra de Manuel Aníbal Álvarez. Los marqueses de Linares se mudaron al edificio en 1884, aunque las obras no terminarían por completo hasta 1900.
Decoración:
El edificio se caracteriza por su bella fábrica y la calidad de sus materiales, como puede apreciarse en la soberbia escalera principal, que une el entresuelo con la planta noble, realizada en bloques de mármol de Carrara, o las galerías del segundo piso, pintadas al óleo con motivos pompeyanos. La decoración se inspira en diversos estilos, pasando de los lujosos Luis XV y Luis XVI al pomposo Rococó o al sobrio Luis Felipe. Todas las salas están decoradas con exquisito gusto: tapices de la Fábrica de Gobelinos, techos decorados con abundantes dorados y pinturas mitológicas, suelos de maderas exóticas, lámparas francesas, alfombras de la Real Fábrica de Tapices, sedas de China para el salón oriental, diversos panneaux decorados con ricas telas bordadas... El Palacio incluye obras de Alejandro Ferrant, Francisco Pradilla, Manuel Domínguez, Jerónimo Suñol, Casto Plasencia, Francisco Amérigo y Valeriano Domínguez Bécquer. Como curiosidad, cabe destacar que el edificio carecía de cocina, pues los marqueses de Linares preferían hacerse llevar cada día las comidas de un típico restaurante madrileño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario